El exterior como escenario con Michela Mezzavilla
Michela Mezzavilla es arquitecta y lighting designer. Cuando estudiaba arquitectura se dio cuenta de que la iluminación dotaba de emoción a los proyectos, era la materia creativa por excelencia. Esta especialista en iluminación explica cómo se debe iluminar el exterior para crear un escenario nocturno.
¿Cómo percibes la relación entre el interior y exterior con respecto a la iluminación?
Creo que esta es una de las relaciones más importantes a tener en cuenta en el diseño de los espacios. Yo percibo que el interior quiere salir hacia afuera y el exterior quiere ir hacia adentro. Es una relación de constante deseo, de fusión, de “contaminación” mutua. Es interesante cuando el exterior aporta algún elemento al espacio interior, y el interior, en cambio, quiere salir al exterior a través de la iluminación, ya sea decorativa o más formal.
¿De qué manera se relacionan la luz artificial y la natural?
La luz natural cambia mucho a lo largo del día y varía en intensidad, dirección y temperatura de color. Cuando trabajamos en exteriores, todas estas alteraciones son muy interesantes y se convierten en una gran fuente de inspiración. Al final, este ambiente natural es donde justamente tenemos la luz del sol y vemos cómo se transforma hasta ser de noche. Es importante comprender esta transición para descubrir cómo la luz artificial nos recuerda y evoca la luz natural.
¿Qué objetivos tienes al trabajar en un proyecto de exterior?
En un proyecto de exterior lo más interesante es tener la noche como lienzo y a partir de ahí poder trabajar, creando distintos niveles visuales, con una narrativa que puede ser muy sutil, muy medida y un poco mágica. Cuando trabajo en espacios exteriores me interesa construir espacios sensibles, mágicos, que aprovechen justamente la oscuridad como base del discurso luminoso.
La relación con las lámparas en el interior es muy cercana, pero en el exterior las vemos también desde lejos. ¿De qué forma nos apropiamos de este tipo de espacios?
Es interesante la relación que se genera con las lámparas tanto cuando las tenemos muy cerca de nosotros en el espacio interior, como cuando estas lámparas salen al exterior. Por un lado, porque desde el interior empezamos a tener esta relación visual y las vemos como un hito visual. En cambio, cuando salen al exterior traen consigo la escala humana, la escala del interior, y dotan a estos espacios de un ambiente doméstico que genera un núcleo íntimo a su alrededor; esto nos permite apropiarnos del exterior.
¿Qué rol cumple la oscuridad en el exterior? ¿Cómo jugamos con ella?
La oscuridad en el espacio exterior es un elemento muy enriquecedor. En espacios interiores difícilmente tenemos rincones oscuros. En cambio, en el exterior tenemos la oscuridad, que es como el límite hacia la magia. Me gusta pensar que los magos hacen aparecer y desaparecer las cosas al final, basándose justamente en juegos de luz. Lo que es negro o lo que está oscuro desaparece y lo que en cambio está iluminado, aparece. Esto es algo muy propio de la iluminación de exteriores, que hace que podamos jugar más con apariciones y desapariciones, son como magia virtual que podemos generar a través del juego visual lumínico.
¿Cuál es el objetivo de los diseños decorativos en el exterior?
Para mi tienen dos roles fundamentales. Por un lado, el rol que tanto me gusta, que es generar entornos de intimidad, en donde en la inmensidad de la naturaleza y del mundo se construye un rincón personal, a través de la escala humana. Y por otro lado, hay un aspecto más relativo al objeto que me parece muy valioso y se define a través de sus acabados, su color y su forma; en donde entra en un diálogo con el espacio y es capaz de integrarse o reflejar. Normalmente, entre la naturaleza y el hombre está la arquitectura como espacio habitado, pero cuando salimos hacia afuera y llevamos la lámpara, este objeto luminoso pasa a ser el elemento de contacto. Por esto, me parecen muy valiosas las luminarias que funcionan con baterías, porque permiten mover la luz y son el elemento que conecta la escala natural, la cual es inmensa, con la escala humana. Y así es como, llevar la luz te permite crear tu propio espacio dentro de la naturaleza.
¿Cómo creas una narrativa visual en el exterior?
En el exterior podemos trabajar de una manera casi teatral, justamente por tener un entorno oscuro, y al tener poca iluminación podemos establecer jerarquías lumínicas. Se crea la narrativa equilibrando los distintos niveles lumínicos o generando contrastes. Y a partir de la luz definimos quién es el protagonista de nuestra escena, quiénes son los actores secundarios, quién entra primero, quién entra después.
Dentro del recorrido que hace una persona en el exterior generamos un relato, y con la narrativa lumínica le damos personalidad al espacio. Hay un relato diferente en cada proyecto. Y de esta manera, hay proyectos con un discurso muy sutil, sensible, casi imperceptible. Y hay otros donde el relato se construye con más iluminación y más contrastes. Existen diferentes tonos, y depende de cómo los diseñadores de iluminación quieran interpretarlo.
¿Qué retos crees que tiene la iluminación en el exterior?
En la iluminación de exterior se trata de que la iluminación establezca una relación con el entorno natural y también de que haya la menor contaminación lumínica posible. Hoy en día no es tan necesario inundar de luz los espacios exteriores. De hecho, el ojo humano tiene la capacidad de ver Con muy poca luz, con la luz de la luna llena o incluso cuando no hay luna. Nuestro ojo se adapta y es capaz de activar la visión con fotorreceptores que nos permiten ver de una manera distinta, casi en escala de grises. Por lo tanto, sería ideal trabajar con niveles mucho más bajos de iluminación y al límite de nuestras posibilidades visuales.
Esta capacidad de ver por la noche a través de la visión nocturna la usamos en casos muy puntuales. Te vas de camping, y de repente te das cuenta de que tus ojos son capaces de ver. Para mí el verdadero lujo es recuperar este tipo de visión, que además es algo que no puedes retratar en una foto, ni grabar en una película. Y esto no solo es un objetivo de sostenibilidad, sino un objetivo experiencial o creativo, de decir hasta dónde podemos llevar la iluminación de exteriores para que sea la mínima posible, la menos invasiva y que permita a nuestro ojo trabajar en esta modalidad tan especial que tenemos los seres humanos.