Reeditamos la Discocó con nuevos colores y un nuevo tamaño
Tiene nombre francés, nació en Alemania (1961), pero su acento español conduce hasta las islas Canarias, donde creció. Christophe Mathieu llegó a Barcelona a mediados de los ochenta para acabar estudios de interiorismo. Poco después marchó a Milán y allí descubrió el diseño industrial.
Hombre inquieto, parece portador de ese ir y venir de sus progenitores Belgas, que se aventuraron a afincarse en la España de los 60s. Con un padre arquitecto y manitas (se fabricaba las lámparas de casa con papiroflexia que había aprendido cuando trabajaba en Alemania), hace 30 años Christophe Mathieu transitó de la competición profesional de natación al mundo del diseño. Se mantiene abierto a los imprevistos de la vida, no excluye que a lo mejor un día lo deja y se dedica a algo muy distinto.
Asentado en Barcelona desde hace ya años, es uno de los diseñadores veteranos de Marset, para quien ha creado unos cuantos productos de éxito. Pero ninguno tan rotundo como Discocó. El bestseller actual de la firma. Escuchando a Mathieu, esa expansión de energía que transmite la lámpara cobra nuevo sentido.
-¿Por qué crees que la lámpara Discocó ha tenido tanto éxito?
Las razones son varias. Se han cruzado una serie de factores que lo han hecho posible. Por una parte es una lámpara que contiene elementos que están en la memoria de las personas. Es también una pieza que genera sorpresa. Un guau! Tiene un aspecto fresco, ligero. Y da una luz muy buena, agradable. Hay un control muy detallado de la luz indirecta y reflejada, basada en los estudios de Poul Henningsen. No deslumbra. Además, el desarrollo técnico está muy bien resuelto gracias al equipo técnico que hay detrás, algo fundamental en el resultado final de un producto. Pero también hay otro factor importante, su valor se percibe superior a su precio. Convergen varias cosas y son positivas.
–Cómo autor, ¿cómo te sientes por este éxito?
Lo veo como un premio. Me siento especialmente contento porque ha sido un proceso muy democrático. El 99% de la gente que compra esta lámpara no lo hace porque me conoce a mí o mi obra, sino porque les gusta, el precio les parece correcto y se la llevan a casa. Es una satisfacción. Esa es la parte del diseño que me fascina. El concepto de objeto, el factor psicológico, sociológico. Este aspecto lo entendí cuando viví en Italia. También tengo que decir que he soñado en muchas ocasiones con que esto sucediera. Soñaba despierto. Me siento feliz pues podría no haber pasado. Un trabajo bien hecho debería dar un buen resultado y en este caso fue así. Pero siempre hay algo de lotería. El mercado está plagado de productos. Además, no todo lo que vemos publicado en las revistas significa que se venda. Es una profesión difícil pero apasionante. La gente cuando piensa en el éxito, no piensa en los fracasos que a menudo lo preceden. Tampoco piensa en que el éxito es sólo aparentemente repentino. Es fruto de años de trabajo, llenos de desengaños que se han de superar y de los que se puede aprender.
–Esta lámpara parece una expansión de optimismo. Casi invita a bailar debajo.
La diseñé en 1997, pero no se produjo hasta el 2008. Pasaron 11 años. La presenté tres veces a Marset. No, cuatro. Hice la maqueta y se la enseñé a Joan Gaspar, el director de producto de la empresa.
Me dijo: nos gusta, pero danos más información para hacer un prototipo. Pero, mea culpa, esa información no se la daba. Tenía claro el producto final, pero no cómo hacerlo. Tiempo más tarde me volvió a preguntar ¿tienes algo nuevo? Y se la volví a enseñar igual. En otra ocasión le mostré un fotomontaje. A la cuarta vez me dijo: tío, pero si esto nos lo has enseñado ya muchas veces! Pásate un día por mi estudio y juntos intentamos resolver la lámpara.
–A la cuarta va la vencida…
Nos reunimos y en media hora estaba lista. A veces me surgen dudas. La parte intuitiva, la no racional, no las tiene. Al inicio del proceso es como si viera algo por primera vez. A medida que me meto en ello, que lo conozco demasiado, pierdo esa intuición. De todas formas creo que la prisa no es buena compañera. Como director de producto de Marset, Joan Gaspar es también parte importante de este producto. En el equipo, además, está Daniel López, responsable de desarrollo de producto, que la mejoró.
-¿Qué es lo fundamental en una lámpara?
Lo más importante es lo que representa para los demás. Para quien la va a utilizar. Si con un objeto intento comunicar algo, pero a quien va dirigido no lo percibe, el problema es mío, no suyo. Una lámpara es muchas cosas. Sirve para iluminar. Pero además es un objeto que ocupa un espacio, se sitúa en un contexto determinado. También tiene una función decorativa. E incorpora el elemento de la luz, que es algo mágico. Te permite jugar con esa componente inmaterial. La puedes manipular de muchas maneras, difuminar, se refracta, se refleja. Su estado cambia según los materiales a través de los que pasa o choca…
–En el caso del diseñador, muchas veces el trabajo parece muy integrado en la vida.
Es verdad. No me gusta hablar de trabajo. Como a otro le gusta bailar, a mí me gusta proyectar en el futuro. Donde no hay nada, que de repente se construya algo. Sí, este es mi motor. Pero en un momento dado podría perfectamente dejar de hacer esto y dedicarme a otra cosa completamente distinta. Con dieciocho años fui nadador, deportista de competición, entrenaba cinco horas al día, fundamos el club de natación más joven de España. Y cuando era monitor de natación me encantaba. No es tanto lo que haces sino cómo lo haces. Si mi actual ocupación la tuviera que realizar de otra manera, no la haría.
–Este año se presenta el quinto tamaño de la lámpara Discocó.
La primera tenía 53 cm. de diámetro. La medida fue intuitiva, aunque pensada en un contexto: sobre la mesa de comedor de una casa. Cuando se vio que el producto gustaba, Marset pidió un tamaño más grande para el sector contract. Luego uno más pequeño para una mesita de noche o una barra de bar. Así, hasta la última de 68 cm. Había un salto muy grande entre la primera y la segunda. Habíamos detectado que había una demanda y por eso la hicimos. Aprovechamos la ocasión para hacer pequeñas mejoras y proponer nuevos colores.