Más allá de iluminar, cada foco funciona como protector y reflector. Por una parte, incorpora una rejilla -que es extraíble- en forma de panel de abeja que atrapa la luz periférica y elimina el deslumbramiento, y por otra, refleja parte de la luz emitida, la deja escapar por la zona posterior, iluminando delicadamente el cuerpo del difusor. Un juego de luces que crea un halo con efecto decorativo y que evoca la calidez de la iluminación interior. Además, el foco se puede girar manualmente hasta 360 grados mientras el cable queda a la vista, un detalle estético que aporta libertad para decidir hacia dónde se orienta la luz. Su temperatura de color es de 2700K. La colección se ofrece con dos potencias y distintos ángulos de apertura de luz para responder a las diferentes exigencias lumínicas del espacio exterior: mayor o menor flujo lumínico, y ángulo más abierto o cerrado según se quiera iluminar zonas cercanas o lejanas a la luminaria.

Para Christophe Mathieu diseñar consiste sobre todo en observar y pensar un objeto que abarque muchas posibilidades y se utilice a lo largo del tiempo. Esa es su idea al presentar esta nueva colección que a través de su luz quiere acentuar el exterior, desvelar la arquitectura, señalar un camino o alumbrar un árbol.  Su nuevo diseño es compacto, flexible y resistente a las condiciones climáticas adversas. Un ejercicio de sencillez, fácil de instalar y que se integra en cualquier proyecto de paisajismo -residencial o contract-. Palosanto además añade como accesorio distintos filtros para suavizar la luz, atenuarla hacia la sombra y ajustarla al entorno. Así se consigue tener un mayor control de la luz. Más no se le puede pedir.