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Una estructura negra vertical es el eje central del que salen varias varillas, algunas se pueden desplazar hacia arriba para expandir la luz, y otras hacia abajo, para encogerla. Todas cuentan con un foco suspendido que proyecta una iluminación dirigida hacia abajo, y con un haz de luz muy amplio y nítido. Los distintos focos cilíndricos –con un aro interior disponible en marfil, terracota o dorado-reparten la luz de manera homogénea.

Esta lámpara decorativa, con un perfil muy gráfico, fácil de esbozar, se inspira en la antigua devanadora: un instrumento que sirve para enrollar hilo o alambre alrededor de un eje y formar un ovillo. Sus autores Pedro Ochando y Claudia Pérez no están interesados en la función de este accesorio, pero sí en su forma que permite un movimiento vertical con efecto horizontal.

Un diseño ligero, sobrio y funcional con mucha presencia que puede variar su tamaño, -hasta 2 metros de diámetro- para un espacio grande o plegarse sobre sí mismo para acotarse a un área más pequeña. Cuentan los diseñadores que la sensación de magnitud que se siente al estar bajo la lámpara es como la de estar bajo una cúpula iluminada. Lo más importante es que, sea cual sea su medida, siempre aporta una iluminación de ambiente excepcional.